jueves, 8 de mayo de 2008

ME ENGORDA EL ESTAR NERVIOSO


Todo el mundo ha sentido alguna vez ansiedad: nervios ante un examen, tensión en el trabajo porque algo no ha salido como estaba previsto, hormigueo en el estómago al ver a una persona que nos gusta.
La ansiedad no es más que un recurso que el cuerpo humano utiliza para hacer que actuemos y nos enfrentemos a diferentes situaciones y que saquemos el mejor rendimiento de nosotros. Así, por ejemplo, nos ayuda a estar atentos al hablar en público, a mantenernos concentrados en un examen o a estar alertas ante una situación peligrosa.
Sin embargo, hay veces que esa misma tensión provoca el efecto contrario en nuestro organismo e impide que nos enfrentemos a cualquier situación. Es entonces cuando se padece un trastorno de ansiedad.
El trastorno de ansiedad puede aparecer de diversas formas y en diferentes intensidades: puede hacer que estemos nerviosos todo el día sin ninguna causa aparente (es el caso, por ejemplo, de personas que siempre anticipan desastres y se preocupan en exceso por el trabajo, la familia, la salud o el dinero incluso sin ser conscientes de ello), puede aparecer ocasionalmente ante una situación determinada y llegar a bloquearnos y dejarnos inmóviles (por ejemplo, ante un examen), o incluso puede hacer que dejemos de realizar una actividad concreta porque la ansiedad que nos crea es insoportable (es el caso de las personas que dejan de ir al gimnasio porque tienen miedo o vergüenza de mostrar su cuerpo).La ansiedad es un mecanismo adaptativo natural que nos permite ponernos alerta ante sucesos comprometidos. En realidad, un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas. Una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante.

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